Nos escapamos a Cataluña, y en el pirineo de la comarca de Lleida, específicamente en El Pallars Sobirá, encontramos el fascinante pueblo de Gerri de la Sal.
Se enclava en un valle bañado por el río Noguera, donde el tiempo se detuvo en las casas y calles de la vila closa,que aún conservan su auténtico sabor medieval.
GERRI DE LA SAL-Pueblos más bonitos de Lleida. Foto por Josep Renalias. Wikimedia Commons.
Los bosques que lo rodean, le dan un aire bucólico y de ensueño.
¿Por qué visitar Gerri de la Sal?
Los amantes de la naturaleza apreciarán visitar este rincón, que se tiñe de verdes y flores en primavera, y se cubre de blanco durante el invierno.
Las viviendas de piedra y madera, al igual que sus monumentos arquitectónicos, sorprenderán a los interesados en el arte.
Llegar a conocer un caserío que vivió del negocio de la sal en plena montaña, nos resulta increíble, pero lo importante es que sus pocos vecinos, ofrecen a los visitantes alternativas diversas, para que los paseos por esta comarca sean inolvidables.
Monumentos y sitios de interés
Vamos a recorrer esta villa a pie, llegando hasta el casco histórico, o la vila closa de Gerri de la Sal, quizás el más antiguo de la localidad.
En su parte baja estaba la zona amurallada, conectada alrededor de la Plaza de Sant Feliu o “Plaza Central”, en un juego de callejones que mantienen su armónica estructura. Nos explican, que las paredes traseras de estas casonas son la que conformaban la muralla.
Se encuentra la multicentenaria Iglesia Parroquial de Sant feliu, que data del Siglo X, remodelada en varias oportunidades.
En la parte alta, cerca de la Plaza del Mercadal, se halla el Alfolí Real, edificación del Siglo XVII, diseñada para almacenar el mineral recolectado en la zona. Durante el Siglo XIX entró en desuso y se convirtió en cuartel, luego en escuela y teatro.
Actualmente funciona como Museo de la sal. En sus 4 plantas, se muestra el auge que tuvo esta industria, y aprenderemos todo el trabajo que implicaba, desde el acopio, hasta la distribución de este producto.
Este inmueble está declarado como Bien Cultural de Interés Nacional, en la categoría de Monumento Histórico.
Otro recinto interesante de este atractivo pueblo de Lleida, es la Torre de la Prisión, pequeña estructura del Siglo XIII. Sorprende que sus muros miden alrededor de metro y medio de ancho.
Las salinas de Gerri de la Sal, se encuentran entre el río Noguera y la villa; allí están las estructuras rudimentarias por las cuales se canalizaba el agua, desde un manantial salado que queda cerca.
Otros lugares de Gerri de la Sal que debes conocer
Corresponde ahora cruzar el puente medieval, que ayuda a salvar la Noguera Pallasera. Original del Siglo XI, ha sido reconstruído en múltiples oportunidades, y su único arco permite unir las dos orillas.
Inclusive, tiene una pequeña zona adaptada, para que podamos tomar un baño y pasar un rato divertido con la familia.
Nos acomodamos para caminar hasta el Monasterio de Santa María de Gerri, el cual nos permite adentrarnos en la historia misma del poblado.
Este extraordinario complejo arquitectónico se funda en el Siglo IX, y queda abandonado en 1835, cuando se disgrega la comunidad de monjes que allí residía. En el año 1995 se reclasifica como Conjunto y Monumento Histórico-Artístico.
En la actualidad, vemos en pie y con todo su esplendor la Basílica, en cuya fachada nos recibe una espadaña de 3 pisos, y por su sorprendente tamaño, podemos deducir la pujanza económica y religiosa que se vivió en este territorio.
En el año 2010, luego de unas exploraciones arqueológicas, se descubren los restos del antiguo Claustro, llegando a encontrarse una serie de recintos, probablemente bodegas de los religiosos.
El otro regalo de Gerri de la Sal, está relacionado con el fantástico entorno natural que rodea a la aldea. Se pueden practicar muchas actividades a cielo abierto, como el senderismo, paseo en bicicleta, piragüismo o rafting.
Festividades y Gastronomía en Gerri de la Sal
El carácter alegre de los habitantes de este paraje, se muestra durante su Fiesta Mayor, en el mes de agosto, cuando se ejecutan danzas típicas y el baile de la Morisca, tan ancestral como el pueblo mismo.
La experiencia gastronómica, igualmente es un obsequio para el paladar, donde los embutidos y quesos son exquisitos. El cordero en cazuela o palpís es una delicia, así como el arroz con setas. La perdiz, la liebre o el ciervo son muy apreciados.
Para el postres, el mostillo o las pastas artesanales, son las apropiadas, sin olvidar el vino como acompañante.
Todos los rincones de Gerri de la Sal están llenos de historia, la cual se ha cuidado a través del tiempo.
Este pequeño pueblo tiene su propio valor, al mantenerse apartado del turismo en masa, y a pesar de lo dificultoso que esto parece, conservan unos recursos naturales y patrimoniales, que seguro son la envidia de muchos.