Cuando vamos de paseo por la Cantabria profunda, no dejemos de visitar el precioso pueblo de Carmona. Su estilo de vida rural es el perfecto telón para descansar y conectar con la naturaleza.
Lo ubicamos entre los Valles del Saja y del Nansan, en el Municipio de Cabuérniga, y lo bordea el Río Quivierda.
CARMONA-Pueblos más bonitos de Cantabria. Foto por Espanaviajar.
¿Por qué visitar Carmona?
Sus hermosas casas y calles perfectamente conservadas, le han valido el crédito de ser uno de los pueblos más bonitos de Cantabria, y al mismo tiempo considerado Conjunto Histórico-Artístico. En este bello lugar apreciarás la naturaleza en todo su esplendor, ubicado a 63 kilómetros de Santander.
La vida de sus poquísimos vecinos se mueve al son del viento, y mantienen actividades tradicionales como la cría de ganado “tudanca” y la artesanía en madera.
Monumentos y sitios de interés
La belleza de esta villa, radica exactamente en todo el conjunto de casas y casonas antiguas y el entorno que le rodea, más allá de cualquier monumento. Carmona, en sí mismo es un museo de estilo montañés, por eso lo importante es disfrutarlo y vivirlo.
Ya en la entrada de este magnífico lugar, vemos la escultura dedicada a la vaca tudanca, raza autóctona de Cantabria, que suele pastar por estas praderas.
Al desplazarnos por las pocas calles que componen este lindo poblado, hacemos un ejercicio que tiene que ver con la paz que acá se respira. Y empezamos a disfrutar de los rincones y de las construcciones montañeras de piedra y madera.
Las casas típicas tienen 2 pisos, y generalmente una balconada decorada con macetas llenas de flores que le da un color especial a Carmona, un idílico pueblo de Cantabria.
Algunas casonas interesantes incluyen por ejemplo, el Palacio de los Díaz Cossio y Mier, edificado en el Siglo XVIII en el centro del pueblo. En la fachada se distingue un enorme escudo de armas. Actualmente se encuentra cerrado por mejoras.
Detrás está la Iglesia de San Roque, templo de 1761, tan sencillo como todo su entorno. En su interior está el Retablo de la Virgen del Carmen, del Siglo XVIII.
Continuamos nuestro recorrido, por donde nos lleven estas calles de piedra añeja, y descubrimos la Casona de la Vera, hermosa estructura, también del Siglo XVIII, de la cual destacan sus dos arcos y la balaustrada de madera del piso superior.
También alcanzamos a detallar la Casa en el Otero, algo modificada; en la calle del Sol, encontramos algunas casonas que se adaptaron a los desniveles del terreno, dando una visión muy original.
Frente a éstas se halla el monumento de las albarcas, erigido en piedra para honrar a todos aquellos que se dedicaron a hacer estos conocidos calzados de madera, típicos del poblado.
Otros lugares de Carmona que debes conocer
En el entorno de este pacífico lugar, veremos la Ermita de San Antonio Abad, que desde el Siglo XVIII acompaña la soledad de estas praderas. Desde este lugar, tendremos una panorámica fabulosa del poblado de Carmona y sus verdes sembradíos.
Otra obra destacable es la Ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, encargada por un vecino que vivió en México en el Siglo XVIII, de allí su nombre. Asimismo, este mismo indiano, Pablo Fernández, mandó a reconstruir la Ermita de Lindes, la cual ordenó edificar previamente Don Pedro de Cossío.
De igual forma, antes de entrar al caserío, se encuentra el Mirador de la Asomada del Rivero, con vistas estupendas de los “Picos de Ozalba” y de la “Sierra del Escudo de Cuabérniga”.
Podemos perdernos en medio de la naturaleza, dando largas caminatas por los predios de Carmona y la ribera de su río, para empaparnos de la energía que genera este paisaje.
Festividades y gastronomía en Carmona
Estamos claros que Carmona, es un pueblo pequeño y con poquísimos habitantes. No obstante, se conservan en esencia muchas tradiciones cántabras. En el mes de junio homenajean a San Pedro, mientras que en agosto hacen las Fiestas de San Roque, y luego la reunión con la Virgen de las Lindes.
Su máximo evento es en septiembre cuando se celebra la Pasá de Carmona, momento en que el ganado se ornamenta y baja a las calles del pueblo, lo cual se convierte en un gran espectáculo.
De manera similar, los carmuniegus preparan el contundente cocido montañés. También podemos degustar la exquisita carne de la vaca tudanca, o los platillos de caza.
Cuando llegamos al poblado de Carmona, nos damos cuenta que hemos llegado a las puertas del paraíso. No existe prisa para nada, acá la vida se lleva al son del cencerro de las vacas, o al sonido del viento.
Sabemos que existe vida, cuando sentimos el olor de las cocinas que invade el espacio, o cuando escuchamos a algún vecino trabajar la madera para elaborar algún utensilio.
El lugar se mantiene íntegro e indemne al paso de los siglos en sus casas montañesas y sus calles de piedra; y nosotros, como buenos mortales nos llenamos de la magia y el encanto que nos ofrece este privilegiado lugar.