Hoy hacemos un viaje diferente hasta Soria, y en la Comarca de Tierras Altas buscaremos el poblado de Fuentebella, localidad que evoca otros tiempos, en un espacio natural lleno de barrancos y de montes.
Estamos hablando de una pequeña villa que forma parte de lo que ahora se denomina Ruta de los pueblos abandonados. También se le conoce como la “villa de las dos mentiras, porque no tenía fuente y porque no era bella”.
FUENTEBELLA - Pueblos más bonitos de Soria. Foto por Genaro Ortega. Wikimedia Commons.
¿Por qué visitar Fuentebella?
Esta extraordinara aventura a la Soria profunda y poco conocida, nos mostrará cómo era la vida en Fuentebella, y podremos comprender e imaginar qué le sucedió a este pueblo y a sus habitantes, para decidir abandonar sus posesiones y modo de vida.
Este resulta en un paraje perfecto para aquellos que aman la historia, la soledad, las caminatas, y que guardan sus recuerdos en albumes de fotografías.
Monumentos y sitios de interés
Para llegar a este pequeño poblado, ubicado a 55 Kilómetros de la capital de la Provincia de Soria, seguiremos la carretera que pasa por el cercano pueblo de Acrijos. Luego debemos aparcar el coche, ya que la carretera se vuelve intransitable.
Estamos a más de 1.100 metros de altura, en la Sierra de Alcarama, y a un costado del Barranco Portillejo.
Entre bosques y desniveles, caminando se llega a la parte trasera y más alta de Fuentebella, en un intento de pasear por sus calles.
Desde este punto descubrimos la realidad de una villa que era encantadora y sencilla en su época de apogeo, pero que el paso del tiempo se encargó de tragarse, casi literalmente, sus pocas casas de piedra.
De las mismas, quedan en pie algunas paredes, y los techos que antes eran de tejas y a dos aguas simplemente se desplomaron. De sus chimeneas que eran muy originales, unas pocas aún se mantienen erguidas, esperando que alguien encienda los fogones.
Entre ramajes y con algunos rasguños, nos abrimos paso para llegar hasta lo que era la Plaza Mayor; allí se observan los restos del frontón, al lado del cual los vecinos de antaño se juntaban a conversar. Detrás, el edificio del Ayuntamiento, está tomado ahora por el follaje.
Husmeando por algunas de las casas, cuyas puertas y ventanas no existen, podemos ver todavía colgando de sus envejecidas paredes alguna taza de metal, o algún implemento de cocina.
Logramos divisar lo que era la escuela, que aún mantiene el cartel que reza: “Escuela pública de niños y niñas”.
De la Iglesia Santiago Apóstol, se contempla con profunda tristeza la pared del Campanario, y algunos arcos en el interior. Del resto, nuevamente la maleza hace de las suyas, engullendo cada paredón que consigue a su paso.
Otros lugares de Fuentebella que debes conocer
La triste historia de Fuentebella, el solitario pueblo de Soria, comienza cuando sus habitantes nunca tuvieron una carretera o camino con acceso vehicular; además le sumamos unos inviernos terribles, más el aislamiento propio de la comunidad, hacía que la vida cotidiana fuera muy dura.
A comienzos del Siglo XX, lo habitaban cerca de 200 “cabreros”, sobrenombre que se le daba a estas almas que vivían allí, ya que la ganadería estaba especialmente compuesta por ovejas y cabras.
Ya por el año 1970 se marcharon los últimos vecinos, y cerraron para siempre sus casas y su historia con la villa.
Sin embargo, en sus alrededores podemos disfrutar de las vistas que nos ofrecen, tanto el Barranco Portillejo como el Barranco del Zanzano, los cuales vamos a recorrer con cuidado, ya que en algunos puntos la vía tiene declives o ascensos algo pronunciados.
De igual manera, pasaremos por Acrijos, otra localidad despoblada que aún tiene en pie algunas de sus edificaciones, mientras que a 8,1 kilómetros está Sarnago, coqueto pueblito con casi 10 habitantes, y a 25 kilómetros de Fuentebella se encuentra Cornago, caserío con un hermoso casco urbano.
Festividades y Gastronomía en Fuentebella
Las Fiestas Patronales de Fuentebella se celebraban el 25 de julio para honrar al Patrono Santiago Apóstol. Hacia el mes de septiembre, disfrutaban su Fiesta de Acción de Gracias, con grandes celebraciones que incluían la procesión de la Virgen del Rosario, entre tanto los pobladores armaban una pequeña orquesta.
Se sacrificaba una oveja para compartir con los vecinos y visitantes, y consumían zurracapote, la bebida más típica de la zona que se prepara a partir de vino, azúcar, canela y limón.
Otra tradición que mantenían los cabreros era el trasnocho, cuando se reunían alrededor de las lumbres en las noches de invierno, a recordar las historias y eventos pasados, para preservar sus memorias.
Por otro lado la gastronomía llenaba las mesas con productos de la caza menor, como perdices, conejos, o codornices, y las mujeres elaboraban su propio pan, así como el queso.
Nos marchamos de Fuentebella llenos de preguntas y agobiados por la nostalgia. Sabemos que los residentes de lo que fue un atractivo lugar, tuvieron días difíciles, pero se acomodaron a sus circunstancias y así levantaron a su familia y le dieron vida al pueblo.
Ahora la naturaleza parece que se encarga del resto.
