El Museo de Guadalajara, originalmente Museo Provincial de Guadalajara, es un museo de Guadalajara, España, alojado en el Palacio del Infantado. Fue creado en 1838 y alberga diversas colecciones, entre ellas de bellas artes, arqueología y etnología. A lo largo del año, también presenta varias exposiciones temporales.
El Museo de Guadalajara, inaugurado en 1838, es el museo provincial más antiguo de España. Desde 1973 tiene su sede en el Palacio del Infantado, una imponente estructura levantada a finales del siglo XV que es, sin duda, el mejor tesoro arquitectónico de la ciudad, símbolo y orgullo de toda ella. Ahora es un gran centro de protección, estudio, exhibición y transmisión del patrimonio cultural, que utiliza todas las instalaciones de su magnífica sede, incluyendo salas de exposiciones, almacenes y talleres, así como un potente centro cultural que acoge diversos eventos.
Museo de Guadalajara. Foto por tiger rus. Wikimedia Commons.
Se encuentra en el Palacio del Infantado, una impresionante estructura del gótico tardío diseñada por el arquitecto Juan Guas y el tallista Egas Coeman en 1480. La fachada principal y el «Patio de los Leones», son especialmente notables. En el interior, Cincinato creó las cámaras con frescos entre 1578 y 1580, mientras que Cristóbal de Adonza y Juan Gamacho levantaron la galería del jardín entre 1497 y 1512.
Qué ver en el museo de Guadalajara
El Museo de Guadalajara alberga las piezas más notables del patrimonio cultural transportable de la provincia. Los fondos del museo se agrupan en tres categorías: bellas artes, arqueología y etnografía, que se exhiben de forma singular en la exposición permanente. Se presenta un recorrido antropológico llamado «Tránsitos» que abarca los ideales de vida, muerte y religiosidad de las civilizaciones de Guadalajara desde el Paleolítico hasta el siglo XX.
El tránsito de muchas civilizaciones por la región se ilustra a través de obras de Alonso Cano, Ribera, Carreo o La Roldana, así como de reliquias celtibéricas y medievales y artefactos de la cultura popular.
El museo dispone de otra sección de exposición permanente «El Palacio del Infantado. Los Mendoza y el poder castellano». Esta parte está dedicada a la interpretación del edificio que nos sirve de sede y se encuentra en una de las pocas salas que se conservan con destacadas pinturas murales del siglo XVI.
La oferta cultural del museo de Guadalajara se completa con dos salas de exposiciones temporales, en las que el visitante puede ver otras piezas de las colecciones o el arte más reciente de la provincia, así como el auditorio y la sala de audiovisuales, que acogen regularmente actos como conferencias, presentaciones de libros, conciertos y representaciones teatrales.
Todo ello tiene lugar en el magnífico Palacio del Infantado, catalogado, un impresionante y espectacular palacio del gótico tardío encargado por el Concilio Vaticano II y terminado hacia 1480 por el arquitecto Juan Guas y el tallista Egas Coeman. Destacan la fachada principal y la terraza. Con varias ampliaciones en el siglo XVI, la fachada representa una mezcla de formas góticas y estilo mudéjar.
La mitad superior de la fachada está coronada por una galería con arcos góticos y tracería, y toda la fachada está cubierta con puntos en forma de diamante. En la fachada, custodiada por salvajes, aparece el escudo del duque.
Obras más destacadas del Museo de Guadalajara
Los primeros pasos de Jesús
Es una de las obras maestras de Luisa Roldán, la Roldana, mejor conservadas. Fue la escultora de dos reyes españoles. Es una de los precursoras de los belenes populares que se iniciaron en el siglo XVIII.
Este pequeño grupo escultórico, que forma pareja con otra imagen de la Natividad de la Virgen María, tiene un tremendo dominio de la técnica que se exhibe en una gran diversidad de detalles. Tras trasladarse a la corte y ser nombrada escultora de Carlos II en 1692, exhibe el estilo distintivo de La Roldana.
Las figuras componen un escenario encantador, con San José, que ya no es un espectador, y la Virgen como joven madre en primer plano, ambos con una mirada pacífica y complacida.
Aparición de la Virgen y el Niño a San Francisco
Con su estilo y firma característicos, el cuadro es de Juan Carreo de Miranda, uno de los pintores cortesanos más famosos del siglo XVII.
Desde su creación, el Museo de Guadalajara cuenta con dos obras de Carreo: una «Aparición de la Virgen ante San Francisco» y una «Inmaculada Concepción». Aunque el nombre del primer cuadro ha cambiado a lo largo del tiempo, según se crea que representa a San Antonio de Padua o a San Félix de Cantalicio, su autoría es innegable, ya que está firmado en la esquina inferior izquierda. Demuestra su habilidad para el dibujo y el refinamiento del color en una de las composiciones de tema religioso que este pintor, al que Velázquez introdujo en la corte, utilizó con más frecuencia en obras de mayor tamaño.
Careta de Botarga
Esta máscara, creada por Hermenegildo Alonso Herranz, el Mere, es uno de los rasgos distintivos de la «Botarga», una figura única que aparece en los eventos tradicionales de invierno en la región de Guadalajara.
La botarga es una figura religiosa que en los últimos años se ha vinculado a las celebraciones religiosas. Se dice que tiene su origen en las ceremonias de fertilidad prerromanas.
Junto con la vestimenta colorida, el arpa, las castañuelas y los cencerros alrededor de la cintura, la máscara es uno de sus rasgos distintivos.
Está compuesta de madera de nogal y está pintada de forma brillante. Tiene una expresiva boca ancha, dientes afilados, orejitas y bigotes de tela, cejas, barbas y pelo de crin cosido a una tela en la cara, lo que le da un aspecto demoníaco.
Procede del taller «El Mere» de Arbancón, que creó varias piezas para las botargas de la región norte.
Colgante en forma de hoja
Una escultura única en cuanto a diseño y ejecución, con una inclinación naturalista evidente en la representación de las venas de las hojas en ambos lados.
Este excelente colgante de oro tuvo que formar parte de una joya mayor. Recópolis, la ciudad visigoda fundada en honor de su hijo Recaredo (578 d.C.) por el rey visigodo Leovigildo, es rica en hallazgos de orfebrería, entre los que se encuentran moldes de piedra para fabricar pendientes y placas de pequeña escala, lo que indica la demanda de joyas en la ciudad visigoda y un signo del poder de la ciudad en algunos momentos.
Cuenco Campaniforme
Uno de los ejemplos mejor conservados de la cultura del vaso campaniforme, descubierto como parte del ajuar de un entierro comunal.
Se trata de una vasija artesanal con incisiones rellenas de pasta blanca en la superficie, y es por la fabricación de cerámica de esta cultura por lo que podemos saber.
La pieza, maravillosamente conservada, se descubrió en la Cueva del Destete, cerca de la cima de un túmulo funerario que contenía un conjunto de huesos que incluía huesos largos, piezas pélvicas y cuatro cráneos. Por ello, se cree que se trataba de un enterramiento en forma de campana y no de un enterramiento solitario, lo que encaja con la práctica de enterramientos en grupo de la cueva, que data de alrededor del 2600 al 1700 a.C.
Espada de antenas atrofiadas
Esta es una de las armas descubiertas en las necrópolis celtibéricas de Guadalajara: una prueba importante para el estudio de la Edad del Hierro en la Meseta.
Estas espadas son los tipos más tempranos de la Edad del Hierro en la Meseta, con tientas esféricas que prácticamente se tocan, un pomo circular nielado aquí con hilos de plata, una cruz recta y una hoja con estrías en el centro. La mayoría de ellas datan del siglo V a principios del IV a.C. y se encuentran en la región del Alto Duero-Alto Tajo (Soria-Guadalajara).
En las excavaciones de la necrópolis celtibérica de Prados Redondos, en Sigüenza, se descubrieron numerosos ajuares funerarios, entre los que se encontraban armas como espadas y pertrechos guerreros tradicionales, así como las cenizas del difunto enterradas en una urna.
Figura femenina
Obra del escultor Zenón de Afrodisias, creador del Teatro de Aspendos, el más grande del Imperio Romano. Destaca por la exquisita artesanía con la que emplea la superposición de telas y paños húmedos sobre el sujeto.
El creador marcó su obra con caracteres griegos en el pedestal sobre el que se encuentra la figura, lo que permite fecharla en época romana y situarla en el contexto de las obras creadas en las regiones orientales del Imperio, concretamente en el siglo II a.C.
Fue descubierta en los terrenos del palacio de los duques de Medinaceli en Cogolludo, donde podría haber formado parte de la decoración al estilo de los jardines renacentistas italianos de los siglos XVI o XVII, potencialmente como pieza de coleccionista.
Fragmento de yesería
Esta obra destaca por la riqueza de sus adornos de estilo mudéjar, así como por su relación con la sinagoga medieval del barrio donde fue descubierta.
Es la mayor y mejor conservada de una colección de estucos idénticos, con una brillante ornamentación de motivos botánicos y geométricos y vetas de pintura roja en la superficie.
Forma parte de una estructura descrita como la sinagoga del barrio judío medieval de Molina de Aragón, situada en el Prao de los Judíos. Por tanto, podría tratarse de un elemento arquitectónico decorativo utilizado para cubrir las paredes de la sinagoga, similar a otras sinagogas medievales de las que se sabe que incluyen inscripciones religiosas en letras hebreas.
Pelaya: botija de pega
Una de las pocas vasijas con personalidad que no es únicamente práctica, sino que tiene una finalidad más lúdica, como las bromas.
Esta botija de porcelana representa a una dama con gafas en los brazos y cinco perforaciones: pechos, ojos y boca. Sólo una de ellas deja salir el agua que se introduce por el moño. Su apodo, «La Pelaya», se debe a que representa a una mujer del pueblo de Huertapelayo.
Para identificar sus rasgos, tanto el cuerpo como la cabeza están pintados con diversos engobes y colores: la cabeza está pintada de negro con los ojos y las cejas blancas, mientras que el cuerpo está pintado de gris.
Pila bautismal
En la región de Guadalajara, esta pieza es uno de los mayores ejemplares de mobiliario de arte románico.
A pesar de su tamaño, esta pila bautismal tiene una cenefa de rombos en la base, así como signos oblicuos y tres cruces talladas en toda la superficie exterior.
Se puede fechar entre los siglos XIII y XIV por su tipología y ornamentación, en particular las cruces en forma de flores de cuatro cabezas. La última vez que se utilizó fue como rueda de molino, según las marcas de desgaste en el exterior de la pila y el orificio del fondo. El hecho de que se descubriera a orillas del río Tajo, tal vez relacionado con un molino movido por agua, se suma a esta teoría.
San Francisco recibiendo los Siete Privilegios
Investigaciones recientes han demostrado que este cuadro es un original de Ribera, y que es la mejor de las cuatro obras atribuidas al pintor sobre este tema por su perfección técnica.
Algunos autores sostienen que el cuadro de Guadalajara es el original perdido a partir del cual se crearon los otros, y por tanto es de Ribera, aunque en colaboración con su taller, de los seis cuadros conocidos, entre originales, piezas de taller y reproducciones, con el mismo tema y composición.
Destaca la hábil ejecución del rostro del santo y de los elementos que aparecen en el altar ante él, así como la bellísima figura del ángel que le ofrece el pergamino, todo ello sumergido en la atmósfera de claroscuro típica de las obras de Ribera.
San Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña
Es una de las pocas obras de pequeño formato que se conservan de La Roldana, y demuestra su habilidad compositiva y técnica.
La artista representa un breve momento en este grupo escultórico, que combina con «Los primeros pasos de Jesús», como si sorprendiera a los protagonistas en una actividad ordinaria, insinuando su posición sagrada sólo a través de los dos exquisitos ángeles que tocan sus instrumentos en el fondo.
Las figuras se presentan de forma suntuosa, mostrando la prosperidad de los padres de la Virgen. Esto permite una minuciosa policromía que dota a las figuras de una plétora de detalles en una composición piramidal, con el pequeño cuerpo de la Virgen recién nacida en el centro.
Sepulcro de doña Aldonza de Mendoza
Este sepulcro es uno de los ejemplos más destacados de la escultura funeraria del gótico tardío castellano que inauguró el Renacimiento por su gran calidad.
Ha sido calificado como uno de los mejores ejemplos de escultura funeraria de mediados del siglo XV, ya que combina elementos medievales conservados, como el sepulcro exento con escultura reclinada, con innovaciones renacentistas, como el cuidado talante de la figura y la perfección de los pliegues del vestido.
Su propietaria, Doa Aldonza de Mendoza, duquesa de Arjona y hermana del marqués de Santillana, pertenecía a una de las casas más poderosas de la Castilla medieval y contemporánea. Su sepulcro fue trasladado al museo desde el convento de Lupiana en 1845, donde permaneció hasta 1868, cuando fue trasladado al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, donde permaneció hasta 1973, cuando fue devuelto al museo de Guadalajara definitivamente.
Virgen de la Leche
Esta es una de las pinturas más conocidas de Alonso Cano, así como la pieza más conocida del Museo de Guadalajara.
La obra demuestra la madurez de Alonso Cano como artista, y lo más probable es que se completara entre 1657 y 1660, durante su último mandato en la corte. Proporciona un ambiente tranquilo y ligero gracias al equilibrio de las formas, la delicada elegancia y los nuevos colores. El azul vivo del manto, el escarlata de la túnica y los delicados tonos rosados y blancos de la piel del niño y del rostro, las manos y el pecho de la virgen llaman la atención al instante. La iluminación, por otra parte, confiere a la imagen una clara cualidad escultórica.
El cuadro está firmado en la esquina inferior derecha con el monograma de Alonso Cano, por lo que no hay error en cuanto a la autoría.
Historia del Museo de Guadalajara
En tiempos de la Segunda República, se creó la Junta Superior del Tesoro Artístico Nacional encargada de la catalogación, defensa y conservación del patrimonio artístico nacional, cuyas funciones al comenzar la guerra fueron asumidas por la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico.
Desde mediados del siglo XX el Estado contaba con tres organismos dedicados al patrimonio cultural: el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional (SDPAN), el Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte (ICROA) y el Servicio Nacional de Restauración de Libros y Documentos (SELIDO).
En 1985 se unificaron los tres organismos junto con el Centro Nacional de Información Artística, Arqueológica y Etnológica, la Subdirección General de Monumentos y la Subdirección General de Arqueología y Etnología. De la fusión surgió el ICRBC (Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales).
Después de otros cambios de denominación, en 2008 pasa a llamarse Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).
Vista virtual del Museo de Guadalajara
Cómo llegar al Museo de Guadalajara
Horario del Museo de Guadalajara
Horario de invierno
Del 16 de septiembre al 14 de junio De martes a sábado de 10:00 a 14:00 h y de 16:00 a 19:00 h. Domingos de 10:00 a 14:00 h.
Horario de verano
Del 15 de junio al 15 de septiembre De martes a domingo de 10:00 a 14:00 h.
Días de cierre
Todos los lunes 1 y 6 de enero, Viernes Santo, 1 de mayo, 8 y 11 de septiembre y 24, 25 y 31 de diciembre.
Coste de la entrada
El coste de la entrada al museo de Guadalajara es el siguiente:
- General: 3 euros.
- Reducida: 1,5 euros. Grupos de 10 o más personas con visita concertada. Titulares de Carné Joven o equivalente de la UE.
- Gratuita: Sábados y domingos. Tardes de martes a viernes. 18 de mayo (Día Internacional de los Museos) y 31 de mayo (Día de la Región de Castilla-La Mancha).